Fuente: www.eldeber.com.bo |
Los depósitos crecieron solamente
a un ritmo del 3,5%, debido a la desaceleración económica que influye en la
liquidez. Los expertos señalan que esta tendencia se agudizará durante el
próximo año.
Se acelera el ritmo de
crecimiento de la cartera del sistema financiero, mientras que los depósitos se
contraen levemente, lo que según expertos en la materia, significa falta de
liquidez entre el público debido a la desaceleración económica por la que
atraviesa el país.
De acuerdo a los datos de la
Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), desde julio de 2018 a
julio de esta gestión, la cartera creció un 10,5% situándose en Bs 179.301
millones, impulsada por los microcréditos y los créditos de vivienda social;
levemente por debajo de las colocaciones. Mientras que los depósitos en el
mismo periodo, crecieron solo a un 3,5% colocándose en Bs 170.609 millones,
estando la mayor parte de estos recursos en depósitos a plazo fijo.
Las colocaciones de la cartera se
dividen en un 30% en microcréditos (Bs 53.531 millones), un 26% en créditos de
vivienda social (Bs 46.670 millones), un 21,4% en créditos empresariales (Bs
38.435 millones), un 13% están dirigidas a las pymes (Bs 38.435 millones) y un
9,7% a los créditos de consumo (Bs 17.327 millones).
Aún son buenos números
Nelson Villalobos, secretario
ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban), afirmó que
el dinamismo de la cartera, en ocasiones por encima de los depósitos, responde
a un contexto de continuo crecimiento de las colocaciones, impulsado por la
fijación de cupos de cartera, a pesar de que el incremento de las captaciones
es menor.
Señaló que el comportamiento de
los depósitos se vincula con el menor dinamismo de la economía, aunque
considera que aún registra un destacado comportamiento en relación a la región.
“La cartera regulada alcanzó al
61,4% del total de la cartera a julio de 2019, situándose por encima del mínimo
establecido por la normativa (60%)”, dijo Villalobos.
Efecto de la desaceleración
Para el experto en banca, Jorge
Velasco, la tendencia en alza de la cartera comenzó en 2015 cuando se sintió la
desaceleración económica por el menor ingreso de divisas por concepto de
hidrocarburos y por la reglamentación que obliga a las entidades financieras a
destinar el 60% de su cartera a créditos productivos y vivienda social.
También, afirma que la proyección de los depósitos es que la tendencia a la
baja se agudice para el próximo año; es decir, que los ahorros cada vez serán
menos que la cartera.
“Hay menos liquidez para poder
ahorrar en el sistema financiero; por ejemplo, muchas personas no consiguen
trabajo, otras ya no viajan en sus vacaciones, ya no salen a comer afuera de
sus casas, ya no ahorran, entonces se percibe que existe un menor consumo”,
explicó Velasco.
En tanto, el economista Alejandro
Arana, afirmó que las soluciones de fondo a esta situación, pasan por dinamizar
y reactivar la economía, con mayor flexibilidad laboral y reducción de la carga
impositiva. Asimismo, considera que se debe incentivar el ahorro permitiendo
que sea el mercado el que fije las tasas activas para así poder ofrecer mayores
tasas pasivas, sin reducir los menguados márgenes financieros.
Por último, indicó que se deben
eliminar las metas de cartera de vivienda social y crédito productivo, para que
los recursos de las Entidades de Intermediación Financiera (EIF) se asignen a
los sectores más rentables, lo que a su vez les permitiría ofrecer tasas más
atractivas a los ahorristas.
“El principal problema es la
desaceleración económica, que a estas alturas ya es innegable. Esto se observa
desde el año 2016 en que los depósitos han ido creciendo a tasas cada vez
menores”, dijo Arana.
Por su parte, el economista, Luis
Fernando García, señaló que esta tendencia refleja una menor confiabilidad en
la moneda nacional, debido a la inestabilidad política y social, y su
influencia en la economía, por lo que muchos buscan asegurar sus ahorros en
otras monedas o buscar otras formas de inversión.
“Hay una desconfianza en el
sistema político que induce no solo en el proceso eleccionario, sino a una
inestabilidad de carácter psicológico que se llama expectativa”, expresó
García.